ALEGRIA

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alegria

Desde hace unos días escribo en el otro blog ( «Esperanza que construye mientras espera» ) una entrada por día que prepara el corazón para celebrar la vida de mi amigo que cumple años pronto.

Mientras eso va sucediendo, mientras se agolpan en la memoria muchos, muchísimos recuerdos de cosas compartidas, mientras evoco, mientras me encuentro sonriendo y emocionándome sola frente al monitor y las palabras que aparecen, el corazón se enciende, realmente se enciende… y gozo de una presencia tan viva y tan verdadera (incluso en la distancia que separa un país de otro con océano en medio)

HOY me detengo en este espacio de palabras para compartir alegría: un presente lleno de historia y presencia, un día concreto -el de hoy- en donde agradezco con toda la intensidad que puedo la dicha de haber cruzado en el camino un amigo así.

Agradecer.

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pasos-1

Habito un tiempo que me parece lleno de novedad. Percibo una armonía profunda en lo que va pasando fuera y dentro de mí, entre las situaciones, los cansancios, las personas con las que más deseo estar, incluso  aquellas con las que no quisiera estar tanto, los deseos… Un tiempo que me reconcilia absolutamente con el presente, y con la huella que se abre inmediatamente ahora debajo de mis pies: ni huellas futuras (búsquedas, proyectos, deseos abiertos…) ni huellas del pasado (memoria, historia, pasado…) No es que desmerezca ni lo pasado ni lo futuro, pero en estos días me encuentro  diciendo y sintiendo con absoluta convicción e intensidad: «soy feliz estando donde estoy y viviendo como vivo».

El presente se vuelve razón para agradecer infinitamente. Me pasan cosas increíbles? la vida dio un giro total? No, nada de eso, todo está igual…o casi todo.

Del otro lado del umbral del desconcierto, del agotamiento y los silencios de no encontrar palabras para expresar nada, de la rutina y la abulia; encuentro uno tras otro presentes llenos de sentido.

Habito un tiempo de purificación profunda, lo sé, un tiempo que puede ser doloroso y hermoso a la vez. Y estoy acá, lista para celebrar y agradecer cada minuto que se me regala vivir. Puedo decir que he sido feliz, inmensamente feliz, y que lo soy. La vida entera es un regalo, cada minuto es regalo, cada persona y cada encuentro es regalo. Con ese convencimiento quiero aprender a vivir. Si cada minuto es regalo, cada instante es razón para dar gracias.

Vida eucarística… quiero aprender a vivir así.

Entrega…

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Asisto a diario en primera fila a la maravilla. Soy testigo del asombro en estado puro, de la sorpresa ante cualquier descubrimiento, de la alegría ante las palabras de aliento y felicitación. Constato desde un lugar privilegiado el arte de crecer, de aprender a desplegarse en destrezas, aprendizajes, vínculos nuevos…

Es el regalo de trabajar con niños

(Pienso en una personita hermosa que HOY me regaló algo grande, a ella le escribo aunque el mensaje se lo tendré que traducir en gestos de amor )

Hoy quiero quedarme en un abrazo-milagro. Un abrazo que nos envolvió de ternura a las dos. Un milagro que nos iluminó ojalá que a las dos (sé que a mí sí me sucedió). Un abrazo en donde pude sentir inaugurada tu confianza después de tanto miedo, donde te animaste a pedir un poco de ternura segura de que estamos ahí para inundarte de amor. 

Quise regalarte en abrazo un poco de paz, que te sientas amada como merecés que te amen, que te sientas cuidada y a salvo. En tus bracitos rodeando mi cuello supe que lo sentiste. Recibí con toda la delicadeza que pude tu abrazo, tu lamento suavecito a mi oído, tu casi silencioso llamado a mamá. Te sentí absolutamente entregada y confiada a mí. 

Gracias princesita por enseñarme la confianza en su estado más puro, por dejarme quererte y cuidarte, por encender con cada sonrisa de las que ahora al fin te conocemos mi corazón entero.

Nos entregamos cuando sabemos que hay un alguien que recibe, nos abrimos cuando intuimos que no van a lastimarnos,  nos desplegamos con libertad y alegría cuando alguien nos ha dado lugar.

Ver NOVEDAD…

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Tengo ojos grandes, es herencia por partida doble. Cuando era chica y alguno hacía referencia al tamaño de mis ojos, solía salir del paso rápidamente diciendo «son para verte mejor» (del lobo a Caperucita…je) Todo lo que voy  leyendo en esta mañana, es invitación a VER, y entonces recordé aquello.

¿Qué es ver mejor? ¿en qué consiste? ¿que me ayuda a ver mejor? ¿cómo me dispongo a ver con mirada nueva?

Sobre todo esto último. Ver la NOVEDAD… VER con NOVEDAD…

en PUENTE…

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Cada día se vuelve un PUENTE…

Decido cruzar en palabras, en gestos, en iniciativa. Advierto un movimiento vital que me acerca, me saca de mí, me invita al encuentro.

Decido esperar en silencios, en escucha, en miradas que sostienen, en presencia, en cierta quietud que recibe lo que viene.

Se repiten día tras día los encuentros inesperados,  sorpresivos, providenciales; encuentros que van abriendo espacios vitales nuevos, que despiertan el corazón con sutilezas y ternuras, que acercan casi en susurro palabras que vienen tan llenas de vida, de señales, de amistad, de luz, de compañía.

Alguien me devuelve en reflejo: «estar viviendo», eso es, de eso se trata. Un movimiento sereno, o una quietud andante, algo así. Una espera y una partida, un decir y una escucha, un salir de y un recibir a… todo en un mismo instante. Un puente que me dice mucho de estar viviendo.

Creo que alguno no entenderá nada al leer hoy, pero confieso: no encuentro las palabras, la fluidez que supongo a veces experimento no la traigo estos días a la hora de escribir o decir, y así y todo, necesito dejar-me un apunte que me recuerde lo que va pasando por el corazón frente a la abundancia de sorpresa, de encuentros, de historias cruzadas de todos estos días.

Bendita la coincidencia… Bendito Dios por encontrarnos en el camino ♪ ♫ ♪…

BIENVENIDA!!!

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Darte la bienvenida es darle a la espera una forma distinta.

Ahora, que al fin se da el encuentro, que estás fuera de los cálculos y alguna incertidumbre pasajera…

ahora que estás entre nosotros dada a luz y dando luz…

ahora que nos invitás provocativamente a desplegar de nosotros lo más tierno…

ahora que podemos ser silenciosos testigos del milagro más hermoso entre todos los posibles…

Ahora que el minuto exacto cuenta…

ahora que venís a recordarnos la alegría de estar vivos…

ahora que tu fragilidad nos hace hablar bajito y llenarte de mimos y cuidados…

Ahora que participamos conmovidos del amor inmenso que tus papás, y las dos princesitas que tenés por hermanas desean regalarte…

te decimos…

 ¡BIENVENIDA a la vida de este lado SERENA!

Que seas muy feliz entre nosotros, para que podamos devolverte aunque sea un poco la felicidad que sentimos, con vos en medio nuestro.

ESPERA y BIENVENIDA son dos formas hermosas

del mismo AMOR.

la vida me sonríe…

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Cuando era adolescente me encantaba decir  «LA VIDA ME SONRÍE».

Entonces quería decir que todo iba saliendo bien, que el camino estaba lleno de razones para dar gracias, que en la ecuación esperanzas/fracasos , esperanzas marcaba una notable desigualdad a favor.

Alguno me ha preguntado en estos días si todavía me gusta decirlo así, si aún «me sonríe» la vida. ¡El recuerdo tomó una forma tan real! Y aún así, «salpicada» con alguna gotita de nostalgia, no he podido despegarme de la pregunta que se hace presente, que me llama a responder desde mi ahora.

Queridos todos, y especialmente a los que preguntaron: LA VIDA ME SONRÍE!

A esta altura lo que ha cambiado es el desde dónde afirmo esto que digo. Lo cierto es que aún creyendo hondamente que todo está bien así, a veces lo «bien» aparece un poquito camuflado. Hay un bien sostenido mucho más en esperanza y fe tantas veces, que en cosas inmediatas y concretas. Y es bueno que así sea.

Razones para dar gracias… esas sí que siguen siendo bien abundantes: dos razones primeras con nombre y apellido que valen más que miles de otras razones que también suman; y otras que (desaniman, apagan y oscurecen cierto brillo) a veces tienden trampas para deslucir un poco la alegría. Pero no son suficientes, ni podrían serlo nunca.

Fracasos, lo que se dice fracasos… ya no soy tan terminante al definirlos. No es por negar que haya cosas que no han salido como esperaba, pero tampoco estoy segura de que puedan ser llamados fracasos.

Y esperanzas, lo que se dice esperanzas… ya no soy tan mezquina al reconocerlas dentro. No es por exceso de optimismo, entiéndase. Con pies en tierra, mirando suelo y cielo, desandando pasos y proyectando nuevos, revisando  camino e historia, lo que veo y vivo se vuelve cada día más especial.

¡La vida se pone cada día más linda! la vida me sonríe!

¡La vida es bella!

Puedo cantar… ♪ ♫ ♪

Madre de la Ternura…

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Adivino una profunda relación entre tus manos aferradas a la tierra y el camino, entre la serena sonrisa de tu rostro y el esfuerzo que implica un camino en subida, entre tu mirada esperanzada hacia adelante y la mirada de tu niño que me invita a un presente que no es  mío.

Él me hace entrar en la escena. Su no-sonrisa me grita algo que me duele y avergüenza a la vez. Y van mis ojos entre su rostro interpelando mi calma, y el tuyo que desarma mis quejosas maneras de «subir» y de «enterrar mis manos y mis pies y mi alma» en la historia esforzada que me toque.

Tu modo de cuidar y «llevar» la vida encima, me dice tanto más de lo que puedo escribir ahora con la conmoción que me provoca.

«Bendita tu eres entre todas las mujeres

y bendito es el fruto de tu vientre»

Gracias Alicia por esta foto. Hay mucho más en ella que lo que me atrevo a escribir ahora. Sea solo invitación a mirar y dejar que la imagen misma diga lo que deba decir.

palabras…

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Ahora, a poco de comenzar el día, necesito escribir. No es que tenga una idea de algo, quizás escribir por escribir sin pensar en lo  que pudieran llegar a traer mis palabras. Escribir como un modo de abrir el corazón, aunque nadie hoy me leyera. Claro que sé que vas a leerme de todos modos. Ya llegaste hasta acá.

Hoy recibí un correo-llave que abrió en mí un torrente de emociones y sentimientos que tengo atascados dentro y que hace días padezco por incapacidad de dejarlos salir.  Alegrías, sueños concretados, gratitud inmensa y a la vez  miedos, tristezas intensas, indignación en algún caso, bronca, dolor…

Todo eso dentro y atorado en el pecho desde hace días. Intentando rezarlo, dejando que Él vea y  rece en mí todo esto.

Ahora leo y releo el correo, y en un regalo de Misteriosa comunión sé que nos acompañamos en lo profundo de lo que cada una está viviendo, también a través de las palabras,  uno puede abrazar y estar…y sentirse acompañado por las palabras de otro, aunque nada más y nada menos lo conozca a través de ellas.

Gracias a los que van por la vida regalando palabras de luz, de cariño, palabras que son gesto cercano de amistad, palabras de consejo, palabras de oración. Gracias concretas a los que van dejando sus palabras compartidas para que uno las tome, así, sin más.

Hoy gracias especiales a Mariana. Al abrir tu  corazón, también abriste el mío.

malabares…

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Estoy esperando que abra el semáforo, sobre mi bicicleta, y veo un personaje de las esquinas de mi ciudad (y seguro de muchas otras) haciendo su trabajo.

Un muchacho joven, de 20… quizás menos años, despliega todo su arte vestido de payaso, lanzando al aire pelotas de colores y haciéndolas jugar en sus manos como si fueran parte de él mismo.

El tiempo de función serán los pocos segundos que dura el semáforo entre el rojo y el verde de paso.

Como estoy en la bicicleta estoy en un lugar privilegiado para ver al malabarista, y a los que están al frente del volante ahora, al menos 4 autos que están en primera y segunda fila.

El chico se deshace en morisquetas, la sonrisa dibujada tiene; mientras, no deja de hacer su «trabajo».

Pasa entre los autos con idéntica destreza, estira la mano, toma algún billete o moneda que le alcanzan, aunque mayormente la paga es ignorancia…mirar para otro lado, devolverle sin razón cara de fastidio.

Pienso dos minutos, y sí sonrío: el arte más grandioso de este chico no está en sus manos, está en su cara, más precisamente en su sonrisa. ¡Qué coraje salir a la calle a tratar de contagiar a alguno de ganas de sonreír! Eso sí que es en nuestras calles un arte bien complejo, genio de los malabares… bendigo tu don!

del camino…

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Vivir un día por vez no es  sencillo.  Es en mí más un intento que una realidad, la verdad.

Mucho en mí entorpece este intento. La necesidad de tener todo entre las manos, de dar pasos sobre seguro, de no querer malgastar ni un solo día de lo poco o mucho que me quede por vivir, me ponen con frecuencia en situación de vivir de expectativas, de deseos hondos que no logro visualizar en realidades, y de cierto apego a las señales que el camino me va dejando y que me hacen perder de vista todo el camino.

Desánimo. A veces en un impulso a contramano de todo lo que parecería SER yo, desearía volver a algún punto de partida que me garantice más calma, menos tensiones internas, un andar más «normal»; a riesgo de perder altura en la mirada y quizás arrastrar los pies para tener asegurado en forma permanente aquello que algunos publicitan como inmejorable: «tener los pies en la tierra».

Parecería que ser fiel a uno mismo es seguir el corazón, pero…¿será realmente así? No lo sé. Hoy es uno de esos días en que NO SÉ NADA.

Para seguir con las frases del mundo, ahora recuerdo esa que dicta «lo importante no es llegar, lo importante es el camino». Ahora debería saber aplicarla.  Al fin que como no veo el final, la tentación que se hace presente en este tiempo, es la de perder la capacidad o la posibilidad de disfrutar del camino: agradecer, confiar, admirar, sentir, vivir (de a un día por vez) sostenido en la esperanza pero nutrido por el tiempo presente como lugar en donde -lo sepamos o no, lo entendamos o no- algo se está tejiendo  y excede a nuestro control.

Un día por vez, también para aceptarnos la duda, la inquietud, la confusión. La noche es promesa del día como el invierno de la primavera, quizás confusión lo sea de claridad.

Un día para hacer un alto en el camino no está mal. Dejarse espejar, dejarse acompañar, abrir el corazón para descansarse en otro, hacerse y hacer preguntas que casi nunca tienen respuestas (al menos no  inmediatas).

salir de la tormenta…

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La tormenta sigue ahí, cerca, por algún lado; pero puedo mirar hacia otros puntos. Me distancio, no ignoro que sigue ahí, solo que al fin logro ver que  puedo dar pasos para salirme de ella en vez de seguir lamentando lo mucho que me azota, me aflige, y me entorpece el buen ánimo.

No siempre es necesario estar en medio de los vientos, ni siquiera es saludable.  Reconocerse necesitado de refugio, y  dejarse cuidar.

Y también, por si acaso pasara,  dejar de jugar al héroe que arremete contra todo, imaginando que se quedará incólume frente a toda adversidad; y aprender a confiar un poco más.

Aprender a confiar un poco más…

Aprender a confiar…

Aprender…

 

Sí, eso parece ser un buen refugio.

Por hoy, es mi paso en el camino.

 

Días de enojo…

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Me cuesta escribir en estos días. Más de una vez me encontré frente al recuadro en blanco dispuesta a llenarlo de palabras, y la verdad es que nada de lo que fui dejando en «borrador» tenía que ver con mi día concreto. Era más un querer cumplirme a mí misma con la escritura diaria o al menos frecuente, así que me fui negando a publicar algo que no viniera directamente desde adentro como necesidad de decir.

Y la verdad es que debo asumir que me cuesta decir cuando estoy enojada. Casi como si prefiriera escribir de belleza, de esperanza, de cosas que me sensibilizan de algún modo desde algún sentido de comunión, de solidaridad, de contemplación cotidiana (desde la intención esto, no es que los «lectores» lo perciban así necesariamente)

Pero estoy enojada, y se me hace difícil decirlo, escribirlo, compartirlo. Voy a hacer este ejercicio personal, quizás ahora que se me acaban los recursos para afrontar este sentimiento, pueda ser bueno, para exorcizarlo de alguna manera, si lo digo.

Me enoja ver con muchos otros un horizonte, saber que hay que caminar para ese lado, reconocer paz cuando pienso en esos pasos, ilusionarme…y darme cuenta que basta con unos pocos que acorralen utopías con estructuras que no llevan a ningún lado, que se centran vaya a saber quién en qué seguridades sin sentido o en la inconsciencia que no sabe ni de cuidado ni de respeto a otros más vulnerables.

Me enoja tener que ir en contra de lo que dicta el corazón con voz bien fuerte y para ser escrito en letra grande. Me enoja la complicidad obligada. Me enoja la injusticia, la hipocresía, la mentira;  la trampa obvia, la soberbia, la ironía, la falta de respeto.

Me enoja no tener la paciencia que requiere la espera de la historia, no saber esperar los tiempos oportunos. Me enoja mi enojo que seguro no ayuda. Me enoja advertir que descreo, que desconfío, que me desilusiono, y que la tentación es abandonar  alguna lucha.

Así estoy, así soy, que se le va a hacer. Desearía una templanza que no tengo, y ser menos «apasionada» algunas veces.

Esto también pasará. Después de todo…

…mientras quede un pedacito de cielo celeste

hay esperanza de que pase la tormenta.

Caminos…

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caminos que deseo… caminos que invitan…

caminos que no veo… caminos que desaniman…

caminos que regreso… caminos que encuentran…

caminos que adelanto… caminos que interpelan…

caminos que suspendo… caminos que inquietan…

caminos que ando… caminos que desafían…

caminos que descubro… caminos que increpan…

caminos que disfruto… caminos que serenan…

caminos que me animo… caminos que se abren…

caminos que descanso… caminos que acompañan…

caminos que elijo… caminos que liberan…

CANDELA

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Un día como hoy, hace 11 años, llegabas a casa para llenar nuestra vida de alegría.  Le hacés honor al nombre de una manera maravillosa: CANDELA. Llegaste a la vida para brillar, para regalarnos tu manera loca de ser y de ir por el mundo.

El día que naciste, el Padre Juan fue a visitarnos a la clínica fuera del horario de visita, de sorpresa. Él me dijo que quería estar ahí ese día para regalarte la bendición especial de María Auxiliadora. Fue uno de los primeros regalos que recibiste. Y yo sé que Ella nos cuida y ampara a las tres, pero ese gesto, ese día,  lo sentí como si Ella se ofreciera a acompañar de modo especial mi misión de mamá muy, muy de cerca, como si hubiera estado -como una visita más- y te hubiera tomado en brazos en ese instante. Ya sé que son «sensaciones» mías pero quiero compartirlas con vos ahora.

Muchas veces digo de vos que «la vida te sonríe». Ahí vas vos llenando todo de ternura y canción, de bochinche y baile que nunca se detiene. A veces te enojás, pero no te sale.  Tenés maestría en alegría no en enojos.  Vos tenés luz!

Cuando llegaste a nuestra vida, tu hermana era muy chiquita, y aunque ahora se pelean bastante, en aquel tiempo ellaestaba todo el tiempo pendiente de vos «¿la hemanita?» preguntaba cuando te veía dormir… «ahora la hemana» cuando quiso que intentaras tus primeras vocalizaciones al micrófono siendo vos muuuy chiquita y  lo confundiste con un chupetín. Ella que no era mucho más grande que vos te decía con voz de hermana mayor «no hemana, no te comas el micofono«. Las recuerdo ahora tan chiquitas y me parece mentira que haya pasado el tiempo de esta forma.

El año antes de tu llegada, hubo una canción en un programa infantil que me quedó grabada, y a ella le debemos en parte tu nombre…

Tus ojos que miran tan hondo Candela
Que llegan al alma dibujando estrellas
Tus manos tan suaves que sanan las penas
Rodean de calma todas las tristezas

Candela muchachita alada
Candela dulce, iluminada
Candela almita elegida 
Candela para dar la vida 
Candela tu luz es la mía 

Tu nombre dice de vos. Lo asumís sin esfuerzos, tan naturalmente, tan especialmente, que no quedan dudas de que naciste para alumbrar, para iluminar todo a tu paso.

Sé que tenés un corazón enorme, que tus ojos miran alrededor con ternura, con frescura, con alegría; y yo celebro tanto que derrames todo eso en esta casa, entre nosotros.

Hoy es un día especial para vos  y también para mí. Y lo sé, también para todos los que te queremos, que somos muchos, muchos, muchísimos.

Hoy estamos de fiesta en casa. Te celebramos a vos, este día es TUYO. Aunque la fiesta yo la sienta también muy mía.

Como te digo siempre te amo hasta el sol hija!!! te deseo hoy y siempre toda la felicidad del mundo!!

¡QUE DIOS TE BENDIGA HOY Y SIEMPRE!

VIVE…

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¡ Vive !

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, 
sin haber aumentado tus sueños. 
No te dejes vencer por el desaliento. 
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, 
que es casi un deber. 
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. 
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, 
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: 
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. 
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo», dice el poeta. 
Valora la belleza de las cosas simples. 
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, 
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. 
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. 
Vívela intensamente, sin mediocridad. 
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. 
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron 
de nuestros «poetas muertos», 
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros 
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas … 

Walt Whitman

Una palabra III…

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La palabras vivas y las palabras de libro

No es lo mismo escuchar una palabra viva que brota del corazón de alguien que leer el mismo mensaje de un libro. Cuando se escucha a una persona, es una vida y un espíritu los que se comunican. Dios se sirve de esta palabra viva para dar la vida.
Los que anuncian la palabra deben recordar que no están llamados a dar buenas ideas sino a comunicar la vida y revelar la comunión.
Se dice a veces que para las personas con una deficiencia habría que reemplazar la palabra por la música, las imágenes y los mimos. Es cierto que muchos no comprenden las ideas abstractas, pero son sensibles al idioma del amor que brota del corazón. Me impresiona ver sus rostros tan atentos cuando escuchan al padre Thomas en la Eucaristía.
La palabra puede convertirse verdaderamente en un sacramento que transmite la luz y la presencia de Jesús. Didier, deficiente mental profundo, me decía: «Cuando el padre Gilbert hablaba, mi corazón estaba ardiendo».

Jean Vanier, La Comunidad, p190
Aporte de Vanina. Algo lindo para compartir!

Una palabra II…

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Tenés los ojos llenos de lágrimas guardadas

y los hombros tan tensos que de verlos me duelen.

Estás adormecida, casi muerta de esperas.

Te preguntás  qué cosa más podría ser

que ya no hubiera sido y acabado

con la poca alegría que quedaba.

Hasta el pelo te duele de gritar

en silencio, escondida, tus dolores.

Te escucho. Me atraviesan el alma ahora

tu soledad infinita y tu pena deshojada

por tantos no me quiere y no me quiere

en la  mustia margarita que tus manos

insólitas retienen de hace tiempo.

Tu palabra de hoy dice tristeza,

dice desilusión.  Reclamo intransigente

al propio corazón por haberse animado.

…Yo solo te escucho, apenas, como puedo.

(de «escuchas» de estos días, pinto en palabras unos versos – mi música de fondo en este rato: «Va pensiero»)

Una palabra…

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Hace un par de años en un curso-retiro franciscano (uno de esos retiros que se vuelven bisagras en la vida, y en los que ya nada vuelve a ser como antes) se nos invitaba cada día a hacer un ejercicio, en apariencia, sencillo. Se nos proponía entonces comenzar ciertos momentos de los encuentros, diciendo fuerte  en una sola palabra cómo estábamos.  Parece fácil que te digan «en una sola palabra», no había que estar explicándose demasiado. Pero cuando te ponés a pensar en esa sola y única palabra que encierre ese «cómo»…no hay caso, se vuelve bastante más difícil la cosa. Una sola palabra con la qué nombrarnos de algún modo. Ponerle nombre a un sentimiento, a un miedo, a una sensación honda. Una sola palabra!!

Desde entonces es un ejercicio que suelo hacer en silencio, sin nadie que  lo pida, sin necesidad de exponerlo a otros. Me ayuda a saber «por donde ando», a re-ubicarme si estoy fuera de foco, a tener más paciencia si descubro que mi sentir no es de lo más «noble»…

Este día ha sido el día de las palabras. Ya temprano, leí algo acerca de los monólogos que a veces tienen lugar en nuestras conversaciones, la cerrazón desde la que escuchamos al otro (creyéndonos que realmente escuchamos y entendemos). Más tarde, en plan de seguir con libros que tengo a medio leer, retomé  «comer, rezar , amar» (última parte de Italia) y hay dos páginas completas, justo ahí donde debía retomar, que hablan de nombrar con una palabra en este caso a las ciudades. Transcribo algo:

«-¿No sabes que el secreto  para entender a una ciudad y sus gentes es aprender…la palabra dela calle? Entonces me explicó, en una mezcla de inglés, italiano y gestos, que todas las ciudades tienen una sola palabra que las identifica, que define a la mayoría de sus habitantes. Si pudieras leer el pensamiento de la gente con la que te cruzas en la calle, descubrirías que la mayor parte de ellos están pensando lo mismo. Sea cuál sea ese pensamiento, ésa es la palabra de la ciudad. Y si la palabra no concuerda con la de la ciudad, entonces no es tu sitio.»

 Ahí vienen una serie de preguntas acerca de «la palabra» de cada ciudad, la palabra de tu familia, y finalmente TU palabra. Otra vez, la propia palabra, reconocida y diciendo de nosotros quiénes somos.

A esta hora, habiendo sumado la lectura del post del blog de José Fernando, el propio recuerdo del Tabor, la lectura del libro, y alguna otra cosa más de lo cotidiano-concretísimo de este día,  me animaría a proponer (me) otra parte del ejercicio. Ya no «decir» mi palabra ni indagar sobre ello, sino ir atenta a la escucha de la palabra de los otros: la personal, la de cada uno; y la comunitaria: cuál es «la palabra» que dicen los lugares y personas en los que estoy. Tarea para mañana.  24 horas para escuchar una palabra. Y como dice una canción que me gusta mucho y conmueve cada vez que la escucho (Una palabra- Carlos Varela)

Una palabra no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo
igual que el viento que esconde el agua
como las flores que esconde el lodo.

Que sepa descubrir, escuchar, ir bien atenta a la palabra que el nuevo día me dicte. Que pueda recibirla con gratuidad y  acogerla suavemente en el corazón.

los siempre en los jamases…

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«Pensando en eso esta noche, con el corazón y el estómago hechos papilla, me digo que a fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás.           Si, eso es, un siempre en el jamás… Por usted, a partir de ahora buscaré los siempres en los jamases. La belleza de este mundo.»

(termino de leer y recomiendo:  LA ELEGANCIA DEL ERIZO de Muriel Barbery)

Ojalá pueda hacer este ejercicio permanente: descubrir los siempre en los jamases, la belleza suspendida en medio de las cosas que tocan vivir,  ese «otro lugar» en mi  «aquí mismo».  Una linda manera de comenzar la semana…

Buena semana para todos… ¡de un día por vez!

Quiero tu herencia…

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Papá, hoy escribo para vos, pensando en vos, y sintiendo hacia vos.

Quiero decirte tantas cosas que curiosamente no encuentro las palabras, no me sale, empiezo a escribir y borro, pareciera que todas las expresiones que escribo hoy «quedan chicas», no llegan a decir lo que quiero decir. Lo intento, es solo algo, como una foto que espeja lo real pero no es lo real.

Te admiro.  No te lo dije nunca creo, pero es cierto: te admiro. Vos tenés esa capacidad de creer y de darle siempre para adelante. De no bajar los brazos. Tenés la virtud de la constancia, contra viento y marea. Pienso en todas las cosas que viviste que no fueron fáciles, que fueron dolorosas, que fueron tristes, y te veo así con esa capacidad de aceptación, de confianza, de una fe a prueba de todo. Y eso es un regalo que repartís. Quiero heredar un poco de eso cada día, desde ahora.

Te debo, especialmente a vos, el regalo de la fe. Uno la hereda, y sé que la heredo sobre todo de vos: la fe que me sostiene, que llena de sentido mi camino, que me hace desear buscar con corazón todo lo que vivo. Mi catequista principal. Espejás una imagen muy clara del Dios en el que creo…(no digo que seas dios eh!) pero tu vida, tu modo de ser, de vivir, sí me muestran un bello rostro de Dios.

Siempre digo «mi papá es BUENO». Y esa palabra me parece tan enorme cuando la digo de vos, y te calza justo, así de grande. No sabés de intenciones torcidas, vos sos noble, sos optimista, sos esperanzado, sos luchador, sos compañero, sos presente, sos generoso. Si tenés 20 vos das 30, siempre más de lo que tenés. No sabés decir no, y aunque alguien pensara que eso es una limitación o una debilidad, en vos se vuelve pura virtud. Es tu capacidad de entrega en lo cotidiano, que te hace grande pa, te hace grande de verdad! Quiero heredar tu modo de ser bueno, tu nobleza de alma, tu generosidad.

Sos divertido. Me hacés reír, nos hacés reír. Nos reímos con vos. Sé que lo heredo notablemente. Me río tanto con mis hijas que ahora lo entiendo y vivo del «otro lado». Ellas se ríen de mí, se ríen conmigo, y esa complicidad es mágica. Ahora entiendo de donde me viene eso. Sos alegre, sos de una alegría simple. No necesitás grandes cosas para reír.

Sos todo corazón. Siempre te decíamos que se te «pegaban» cada personajes en la vida. Hasta te has recibido «retos» por darles lugar a algunos que se «aprovechaban de tu nobleza»; y no creo en tu ingenuidad extrema, no creo que no te dieras cuenta de que algunos querrían sacar tajada de vos. Creo que no te importaba, simplemente estabas ahí, con gratuidad.

¿Sabés papá? Me siento orgullosa de ser tu hija, orgullosa de la familia que supiste y quisiste y soñaste formar con mamá, orgullosa del apellido, orgullosa de que mis hijas te amen de esa forma y seas también para ellas en nuestra situación un pilar tan especial, orgullosa de vos, de tus logros.

Sos un gran papá, el mejor. ¡Cuanto nos quiere Dios a todos nosotros, a nuestra familia, para regalarte a cada uno de nosotros!

Te quiero mucho papá! FELIZ DIA PARA VOS!!!

te dedico esta canción, cada vez que la escucho pienso en vos…

Memoria

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 Un día por vez se va escribiendo con la memoria inmediata del día que termina. Entonces alguna sensación, encuentro, gesto, situación del día encuentra palabras para asegurarse una memoria a largo plazo.

Y ahora, terminando no solo el día, sino una semana laboral con muchas cosas, leo algo en un blog amigo que me invita tácitamente a atravesar un umbral: el de lo ya vivido. Hay modos de volver a lo vivido, el principal es  hacer memoria.

Leo y releo en Preguntarse y buscar; y en un movimiento lindo del corazón -y de la cabeza- me descubro caminando sobre los propios pasos: volviéndome a topar con el recuerdo de las malas decisiones, de los errores que han costado caros, de personas que quedaron en el camino, de la impotencia que uno ha experimentado alguna vez, de las demasiadas lágrimas, de las demasiadas broncas, de las demasiadas culpas.  Y también en esto de volver sobre los propios pasos, recordar mucho, mirando con una bendita distancia ciertas cosas vividas, reconociéndome sanada en heridas muy hondas, sabiéndome plenificada en las oportunidades de reconstruirme, descubriendo presencias (cercanas, incondicionales, amigas) que han sido puro regalo del cielo.

Hay un tiempo para hacer memoria.

Y cuando ese tiempo llega y se constata que la memoria ya no nos desangra el alma por dentro, de algún misterioso modo uno intuye que está llegando también el tiempo de un «perdón» que antes no nos era posible dar y darnos.

Volver sobre los propios pasos y agradecer. Bendito el camino, bendita la memoria, benditos los que vienen a recordarnos y a acompañar nuestros pasos.

de libros…

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Entre tanta lectura de «trabajo» busco entre mis libros algo que no tenga que ver con eso.

Encuentro entonces un libro de esos que me resultan demasiado intensos para leer de un solo tirón, pero al que cada tanto vuelvo. Releo primero sobre las «marcas personales» que tengo hechas en él (tengo la costumbre de leer con un lápiz en la mano e ir haciendo anotaciones o pequeñas marcas en los márgenes)  y encuentro un párrafo que -además de llamarme la atención por lo que dice- fue el que me ayudó a decidir por este libro y no por otro aquel día en la librería.

de «Diarios» de Alejandra Pizarnik:

Entro en una librería desconocida. Me dirijo a los anaqueles coloreados, llena de curiosidad y tensa de emoción. La esperanza de hallar «algo nuevo» es quebrada por la voz del empleado que me pregunta qué títulos busco. No sé qué decirle.  Al fin, recuerdo uno. No está. Hubiese querido seguir mirando, pero sentía sobre mí el peso de esa mirada comerciante, tan estrecha y desaprobadora ante alguien que «no sabe» lo que quiere. ¡Siempre lo mismo! ¡Siempre hay que aparentar la posesión de un  fin! ¡Siempre el camino rectamente marcado!

Te hubiera entendido Alejandra P.

Siento hoy cierta complicidad de sentimiento…

Gigante-chiquito

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Hoy voy a escribir de encuentros con gigantes que salvan. Sé que si los pongo todos, no me alcanzarían las palabras, así que decido que los primeros 5 que me lleguen a la memoria en este momento (Guardo solo la inicial de sus nombres) son los que quedarán plasmados en esta entrada:

Ch: gigante de 2 años, y medio metro del piso.Venís con esa sonrisa infinita a las 8 de la mañana, y los brazos abiertos de ese modo para dejarte querer así; esperarte en la puerta es un privilegio que me otorgo… es que no quiero privarme de tu abrazo.

N: apurando el paso para posicionarte cerca mío, tomarme la mano y pedir sin más, caricias en tu cara y en tu pelo. Me tomás las dos manos, no vaya a ser que a otro se le ocurra que también quiere mimos y tenga que repartirme. Y entonces me doy cuenta: este rato, este segundo, este momento es solo tuyo…y no: también es mío. Gigante  rezongón y miel, me regalás el darme cuenta que es bueno estar con todo el ser en el instante y lugar en que se está.

B: de vos ya escribí otras veces, pero nadie sabe. Cuando tus ojos brillan de alegría ¡hacen magia! Es así. Puedo ser feliz solo con verte reír con ganas,  haciendo monerías, desplegando ocurrencias. «¿Por que te sentás al lado mío para comer?» -me preguntaste- te dije que no había más lugar en la mesa, pero en verdad quería sentarme cerca tuyo, es que quiero aprender de tu alegría en medio de tantas cosas que te juegan en contra.

-J: Te quiero. Canto, cantamos todos, y te veo disfrutar! basta que termine la canción para que preguntes con esos ojos grandes «¿o no que yo canté «juerte» seño?«. Te digo que sí, que cantaste hermoso, que sos tan lindo. Te hago un guiño y levantás el pulgar en gesto de «lo sabía, canté hermoso».  Cuando te miramos  te sentís tan seguro, tan lindo, tan listo… y sin embargo tus «no-puedo-no-me-sale» tienen demasiada costumbre en tus labios. Quiero decirte que podés todo, que te sale todo, que vas a lograrlo… «con pacencia ¿o no seño?» como vos decís y la seño te enseñó…

JP:  te traen a dirección. Metiste la pata y no te alcanzan las manos para taparte la cara y esconderte. La seño se va y te deja conmigo. Te digo que es importante que hablemos  para que me cuentes  y aprender de lo que pasó. Empezás a hablar como si tuvieras 46 años,,,je. Se supone que tengo que estar seria, tengo que explicarte que lo hiciste no estuvo nada bien; pero ya veo que te diste cuenta. Hablamos de otras cosas, querés contarme. Gigante devenido en hermano mayor apenas hace unos días, desdramatizás la historia en dos segundos, y me hacés disfrutar de tu conversación.

 Este día estuvo lleno de regalos en la Guardería. Doy gracias por el privilegio de trabajar en este lugar, de ser docente. Gracias por la vida de los chicos que llegan a nosotros. Gigantes de 2, 3, 4, y 5 años que llenan de sentido cada día y nos animan a seguir apostando por un mundo mejor.

Cacerolazo contra uno mismo…

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«Propongo un cacerolazo frente al espejo contra nosotros mismos»

Mi amigo poeta Máximo Ballester escribe este «estado» en su muro de facebook, me queda dando vueltas la imagen. Estar frente al espejo en acto de protesta hacia uno mismo…

¿Qué reclamo cuando me reclamo? ¿De qué cosas me protesto?

1-Protesto a mi impaciencia.

Sobre todo a la que pongo en ejercicio en este tiempo de madre de hija preadolescente, de  afrentas, de provocación contínua sin razones (para mí, claro).

2-Protesto a mis silencios cuando no quiero callar.

Para no discutir, para no involucrarme más, para no hacerme cargo de las cosas que pienso, para evitarme otras cuestiones.  A veces porque pienso que no me entenderían, o temor a ser juzgada de un modo inconveniente. (confieso que no siempre me pasa, pocas veces en verdad; pero protesto aunque fuera un solo silencio atando mis ideas)

3- Protesto por mis gestos.

Los gestos que a veces hago y que no me permiten ni un poco de disimulo frente a cosas o personas que me incomodan. Mis ojos grandes, las muecas que mi abuela me decía iban a dejarme la cara llena de arrugas al crecer, y la costumbre que no domino de reflejar en mis facciones tantas cosas, aún sin decir una sola palabra. Quisiera no tener cara en algunas circunstancias…je. Y no es que quiera ir por la vida «disimulando», pero en ocasiones soy mal leída en esos gestos mayormente involuntarios.

4- Protesto por el pesimismo.

Por cada vez que me gana el desánimo y pierdo la memoria de tantas, muchas, incontables veces, en que la vida  me dice «todo está saliendo bien», aunque no sea por los caminos que espero, en los tiempos que prefiero o en  el modo que imaginaba.

Y sí, con cacerola en mano y «a todo trapo»…

5-Protesto contra la protesta (aunque parezca incoherente)

Protesto contra la protesta, y me digo bien fuerte que es necesario mirarse los ojos al espejo y escucharse a uno mismo darse aliento y decirse hasta el cansancio que es posible sonreír a contramano. Frente a uno mismo hay tantas más razones para agradecer que para protestar, tantos más motivos para celebrar que para hacer reclamo.
 Propongo que el espejo sea el mismo, que nosotros estemos ahí, que nos miremos a los ojos en el reflejo y que seamos capaces de descubrir cuántas cosas lindas podemos ser capaces de vivir, de hacer, de compartir, de recrear… y si es para darse cuenta de este último punto, ahí sí, tomar las cacerolas y hacer ruido, mucho ruido que nos llame la atención, que despierte hasta el último rincón de nuestro ser en desacuerdo, que unifique los gritos que en nosotros reclaman  ser tenidos en cuenta, y que nos hagan poner de pie las esperanzas y el entusiasmo para el camino.

a mis HIJAS…

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Tengo sed del amor que traes en los ojos.
Me mirás de una forma que a veces envidio. Olvidé como era mirar sin defenderme. Abrir de par en par ventanitas al alma. Así es como lo hacés. Y me invitás a entrar sin pedir para eso ningún antecedente. Pienso que si ahondaras en mí quizás quedaría fuera. Pero no, tu amor es otra cosa. Es más allá del límite y la reserva. Es eso: no se reserva. Yo tengo tanto que aprender.


Tengo sed del amor que traes en las manos.
Me es más fácil creerme que soy yo quien marca el rumbo. Entonces te tomo de la mano y me creo que guío, que seguís mi huella, que soy importante en algún punto. Me tomás de la mano, restandole importancia a mis tontos intentos de mostrar seguridad y sabiduría, sabés mejor que yo que tengo miedos, que a veces no sé nada del camino, que pierdo el norte, orientación, impulso, y valentía. Me tomás de la mano, y me regalás amor del bueno, amor del gratis, hacés que me sienta tan amada, tan cuidada, tan especialmente acompañada. ¿Cómo lo hacés? ¿Cómo se ama con las manos de esa forma?


Tengo sed del amor que traes en palabras.
Te escucho y me escucho. Lo tuyo, casi siempre va al punto, «al grano», sin vueltas. Te dicta el corazón las más de las veces. Tus «te quiero» son más hondos que cualquier oscuridad profunda; des-cubren siempre la coraza con que cubro mis sentires y habilitan la salida en torrentes de todos los «te quiero» que a veces voy silenciando creyendo que ya sabés, que te lo he dicho suficiente, que te lo digo de otras formas menos elocuentes. El color de tu voz tiene el poder de pintar en brillantes y carmínes y púrpuras y todo lo multicolor que se pueda, todo un día, un año, una vida (la mía). Ahora mismo, las palabras se vuelven de colores. Enseñame a decir. ¿Cómo desaprendo ahora tanto silencio, tanta palabra acorazada, y tanta, soltada al viento sin sentido?


Tengo sed del amor.
Perdí la referencia. Vos sabés el secreto, yo lo intuyo. Vos te abrís a la entrega, yo razono. Vos que aún no sabés de fracasos ni de ilusiones rotas ni de sueños truncos, dibujame el mapa más certero que devuelva a mi alma confianza, ganas de entrega y sueños nuevos. Dibujame alas donde mis pies se arrastran, dibujame horizontes donde solo veo muros. «Dibujame un cordero»… y que sea una caja, y que yo mire y VEA, que mire y vea… (el cordero y no la caja) Devolveme la ilusión que ya no tengo, enseñame a mirar lo que no veo.


de MIRADAS…

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Venís con un mate calentito, en gesto que es un regalo especial en un día especial para mí. Y no lo esperaba: tan simple y tan fuerte! Hablamos poco, dos o tres cosas sueltas. 

Me preguntás cómo estoy, y entiendo que no es una pregunta al paso: de verdad te interesa cómo estoy. Pero estoy en un día de esos en que las palabras me abandonan, se desordenan, no saben «explicarme» bien. Y si parece que encuentro alguna que diga de mí, me sale por los ojos en forma de lágrimas. 

Y ahí estoy, con tu mate que es gesto de cercanía, con tu pregunta que me deja sin palabras, y con tus ojos que me dejan sin defensa. No mirás invadiendo, mirás invitando.  Unos ojos casi manos, que abrazan, que reciben, que acogen. Me mirás de un modo distinto, tengo la sensación de estar atravesando el umbral de tus ojos y de entrar en vos.  Siento descanso, verdadero descanso. Tus ojos se vuelven de una calidez inmensa, las palabras sobran.  Es como si hubiera salido un rato de mí, no es voluntario, me dejo abrazar y recibir en tu mirada… permanezco. 

Cuando al fin parece que «vuelvo», experimento paz y mi propia mirada recupera luz y alegría. No es poesía, no es una manera de decir: ¡es verdad!

Estos son los ojos que encontré, camuflados en los ojos de una carmelita…

Es algo que escribí hace unos días, cuando los ojos de una monji amiga se abrieron para mí como un «spa del alma».  Ahora mismo estaba pensando y agradeciendo en el corazón, los tantos gestos que en estos días desbordan detalles de ternura alrededor mío, y sentí deseos de decirlo en palabras compartidas.  ¡Cuánto bien puede hacer a otro una mirada cargada de amor, cargada de amistad, de tiempo, de paciencia, de interés verdadero, de presencia!

Ojalá pudiera hacer de mi mirada lugar de descanso y de paz también para otros…

Despertar

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El invierno se anticipa demasiado frío por estos lados.

En días así a uno no le dan ganas de salir de abajo de las frazadas, cuesta un poco más, uno siente que la cama lo abraza y es fácil fastidiarse por no tener más remedio que levantarse y prepararse para ir a trabajar, llevar los chicos al colegio…en fin: comenzar el día.

Yo sigo de vacaciones, y algo extraordinario del comienzo del día ha sido dormir hasta las 11!! Todavía tengo los ojos hinchados de dormir.

Voy a buscar a Cande,  y en la esquina de la escuela-parroquia, donde el solcito al mediodía hace su mayor esfuerzo en este tiempo por dar un poco de calor, veo en un rincón algo que me «despierta» más allá de mi cara de dormida.

Sobre el mármol que revela que allí debajo «descansan en paz los restos del Padre…..»; alguien ha acomodado muy prolijamente un colchón y unas frazadas, y descansa todavía allí. En la esquina del colchón un perro manso y compañero comparte la suerte de esta persona.  (imagino  el nombre de esta persona -y otros tantos- escritos al lado del nombre del cura: «aquí también descansan  al cobijo del sol y quizás con menos paz: ……. -y la lista-)

Inmediatamente pasan por mi cabeza mis comodidades, mi lujo de dormir hasta las 11,  mi lujo de dormir un día cualquiera en una cama aunque sean pocas horas,  mi fastidio a veces por tener que dejar el calor de la cama, mi casa confortable, la cantidad de cosas que tengo y no necesito; lo tranquilamente que puede vivir uno, seguro de que ya ha compartido «algo» casi nada.

Cuando se ve la nada con que otros viven, uno siente hasta vergüenza de vivir como vive. No quiero acostumbrarme a mi comodidad, a saberme tan segura. No quiero «dormirme» frente a realidades que son pesadillas, no quiero tener derecho a tanta tranquilidad.

Ojalá que ni mis ojos  ni mi corazón se acostumbren jamás a lo que ven…

SER gratis en el mundo…

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Estoy en el 5to (de 7) día de «vacaciones».

Una necesidad casi urgente de «airear», de tomar al menos un poco de distancia de algunas cosas, me hizo tomar la decisión de pedirme parte de los días que me quedan de las vacaciones del año pasado. Se me ha preguntado: ¿te conviene tomarlas ahora? ¿te vas de viaje a algún lado? ¿qué sentido tiene que pares ahora si las nenas no tienen vacaciones? (escojo solo estas, fueron más…)

No me «conviene» es cierto. las nenas van a la escuela, siguen su ritmo, nos levantamos temprano de todas formas, y no hay posibilidad de programar esta vez otras cosas como viaje, salida un poco más lejos…

No viajo, o al menos no fuera de mí. Son días para descansar, tomar un respiro, volver a poner algunas cosas en su justo lugar. Disfrutar de un tiempo que escasea en lo cotidiano, para leer lo que tenga ganas de leer que no incluya temas de trabajo, cantar y tocar la guitarra, pintar….y hacer «nada».

Alguno me dice que es «perder las vacaciones». Digo: cadauno ha de hacer en vacaciones lo que le hace bien y lo descansa.

Tiene sentido para mí. Siento que son días de «regalo».

Uno de los regalos visibles: la confirmación de que SOY mucho más que lo que hago, y diferenciada absolutamente de la menor o mayor utilidad que pudiera aportar  mi persona. 

«Soy gratis en el mundo»…jeje. Es un delirio de esta mañana linda y fresca! Pero sale así. Mientras lo escribo, el corazón late distinto.

¡SOY GRATIS EN EL MUNDO! Debería desarrollar la idea para que entiendan por qué me da tanta paz en este momento, esta confirmación. Pero mejor no. Sea gratis también la compartida, sin más explicación…

Canción obvia (mientras espero)

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Escogí la sombra de un árbol
para meditar en lo mucho que podría hacer
mientras te esperaba.
Quien espera en la pura esperanza,
vive un tiempo de espera cualquiera
Por eso, mientras te espero
trabajaré en los campos
y dialogaré con hombres, mujeres y niños.
Mis manos quedarán callosas,
mis pies aprenderán los misterios de los caminos
mi cuerpo será quemado por el sol,
mis ojos verán lo que nunca habían visto,
mis oídos escrutarán ruidos antes desapercibidos
en la difusa sonoridad de cada día.
Desconfiaré de aquellos que vendrán a decirme
a la sombra de aquel árbol, prevenidos,
que es peligroso esperar de la forma que espero,
que es peligroso caminar,
que es peligroso hablar
porque ellos rechazan la alegría de tu llegada.
Desconfiaré de aquellos que vendrán a decirme,
a la sombra de aquel arbol, que tú ya llegaste,
porque estos que te anuncian ingenuamente,
antes te denunciaban…
Esperaré por ti como un jardinero
que prepara el jardín para una rosa
que se abrirá en la primavera.
Paulo Freire – Canción Obvia 

Musas…

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Cuando las musas están ausentes uno no sabe si decir (de cualquier modo) o callar.

Y se me ocurre que mejor «decir»; no vaya a ser que uno se crea que es tan inspirado en otro tiempo y los demás crean que es justo el tiempo de las musas ausentes. Mejor escribir siempre, y que quede más disimulado el exceso o la falta total de inspiración.

 

Ahora bien, hecha la aclaración -que no sé si entra en la categoría de «no aclares que oscurece»- escribo.

Y escribo de un encuentro. Una mañana a puro mate y charla de esas que entibian corazones. Experimentar la tranquilidad de estar con otro, tal como uno se siente estar en ese momento: nada que fingir, nada que aparentar, nada que  impostar. Ser receptor de gestos simples de cariño y cercanía, advertir la gratuidad en ellos. Saber que uno «no merece» y sin embargo….

Disfrutar el descansarse en un otro, a la vez que acogerlo en la propia mirada, en la propia escucha, en el propio corazón. Sintonizar caminos, preguntas, compartida…

Y después volverse a casa, con la mirada despejada, con la sonrisa fácil, con el corazón más sereno.

Aprender a reconocer los regalos del camino, que abundan al menos en el mío, y que algunas veces me cuesta descubrir. Agradecer. Atesorar en el alma estos encuentros que dan vida…

Apuntando cosas…

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Apuntando cosas…

Llega la noche y sea para poder escribir algo por acá, o para quedarme «rumiando» alguna cosa del día, hago el repaso de lo vivido. A veces hay una línea que pareciera atravesar todo con alguna clave en común, pero hoy no sé… quizás porque el corazón está muy sensibilizado por varias cosas, no sale. No voy a forzar la escritura, es solo dejar/me algunos apuntes para volver sobre ellos cuando pueda. Y es que esto de escribir acá, aún con toda conciencia de que es público, también es para mí. Muchas cosas de las que he escrito en el otro blog  www.levantarlamirada.blogspot.com.ar  leídas hoy a la luz de situaciones y vivencias de estos años, se me vuelven posibilidad de esperanza, ánimo para el camino, claridad frente a algunas situaciones nuevas que toca afrontar.

  • Hoy volví a encontrarme con LUCÍA. Lucía princesita hermosa que ahora sí disfruta al fin de lo que para ella parecía el más inalcanzable de los cuentos de hadas: Lucía en medio de una familia que la ama, que la cuida, que la alienta, que la celebra. Lucía con el pelito largo para  las trenzas que siempre soñaba, con vestidos y abrazos a estrenar. Lucía que ahora sí se sabe amada con todo el amor que se merece y más. Qué felicidad verla así! Celebro Lucía, celebro tu sonrisa, tu frescura de siempre que está intacta. Celebro que tu suerte haya cambiado, y esta vuelta y ojalá que para siempre, te toca al fin ser tan feliz!
  • En estos días dos cumpleaños de personas queridas que ya no están. Matías, que cumpliría 7; y del que todavía cuando pienso o lo veo en las fotos, me cuesta hacerme la idea de que ya no está. Y mi tío Tonito, de quien hoy sería su cumpleaños, y que hace poco menos de dos meses vive la Vida con mayúscula.
  • Por hoy (y quizás acentuado por tantas cosas que leí en blog’s que visito) el recuerdo intensísimo de amigos que quiero y extraño y que están del otro lado del mapa pero tan, tan cerca de mi corazón.
  • La vida y la muerte. La cercanía y la distancia. La partida de alguna persona hacia otros rumbos. Mis propios rumbos inciertos. Tantas preguntas que ya no quiero ni formular.  Algún cansancio de camino que seguro ya pasará.  Cierta sensación de soledad, que no tiene que ver con la soledad concreta de falta de compañía; sino con esa soledad de la existencia -no sé ni como decir- que a veces siento. Y alguna palabra que espero y que no llega.

Fin del apunte. Un día por vez. Mañana será otro día…

sonrisa…

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Tus sonrisas se me quedaron pegadas al alma desde esta mañana. Me creo que te ayudo, que te mimo, que te cuido, y sin embargo vos con tu sonrisa de dientitos separados y con tus ojitos tan vivos, venís a rescatarme del aburrimiento y el letargo en que a veces caigo.

Jugamos, a pedido tuyo, a naríz con naríz. Siento que vivís por un rato un poco de «paraíso», que tu vida afuera es difícil y triste muchas veces, lo sé, pero que este rato puede y debe ser de cielo, de alegría, de amor; para vos, también para mí.

Tenés un don que venís a recordarme: el don de sonreír de esa manera a pesar de todo.

Solo por hoy trataré de descubrir muchas razones para sonreír ; y si acaso tuviera demasiadas razones para no hacerlo, solo deseo subirme a tu sonrisa; ella tiene la magia de contagiarme alegría de cualquier modo.

Gracias princesa!

hijos…

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Un día entre paréntesis, abriéndose al comienzo  con una noticia, una Buena noticia, y cerrándose ahora con una intuición-reflexión de mi mujercita de 12 años; con algún punto en común comienzo y fin del día.

Hace días  se me envolvía de tristeza el corazón cuando pensaba en alguien que estaba decidida a «regalar-dar» a sus bebés ni bien nacieran, sin siquiera conocerlos. No podía acercarme de ningún modo a esta mamá, lo hice del único modo que pude, rezando. Pedí por ella y por los bebés que venían en camino a la vida. Hoy me entero de que  ellos están con una tía porque el juzgado así lo vio oportuno y posible, que ella los recibe en su casa, una casa humilde donde falta de todo menos amor, donde alguno podría pensar que «sobran hijos», allí se abre lugar para dos más: ahora son 9. Y la mamá, con todas las heridas abiertas de un desamor que la acompaña desde que nació, ella al final ha ido a conocerlos, a cargarlos, a «sentirlos», a aceptarlos de algún modo en su vida.

No la juzgo. Ella misma llegó al mundo palpando el vacío de una madre-niña que no pudo ni supo amarla bien. Sé de sus soledades de niña, la conozco desde entonces. Enojada con la vida, desamparada de amor, sus elecciones han sido equivocadas, va haciendo lo que puede… que es poco.

Ahora, la mayor de mis hijas, me dice con un aire de comprensión extrema que conmueve: «pienso que la abuela es un poco más feliz que el abuelo, porque ella tiene a su mamá y sus hermanos, y el abuelo no tiene a nadie de su familia de origen». Se me corta el aire en un segundo. Ella sigue: «aunque tengas 50 o 60 años, si tenés a tus papás te sentís como protegido».

La escucho e inmediatamente enlazo las historias.

Todos somos hijos, claro, todos nacimos de alguien que nos trajo queriendo o no, a la vida. Pero «sentirse» hijo, eso es otra cosa. Sentirse protegido, acompañado, seguro; sentirse amado, esperado, recibido. Crecer, dejar de ser niño, y que esos sentimientos no se apaguen ni un poco.

Sentirse un hijo amado, eso es  maravilla y es regalo, para agradecer y celebrar…

Preguntando…

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ImageUn tiempo para discernir en lo profundo del corazón…

  • en que luchas deseo ser parte y cuáles son luchas de otros y no mías…
  • lo que me hace bien de lo que me desgasta sin sentido…
  • en qué compañías mi ser más verdadero se explaya, se deja SER…
  • dónde y de qué modos aquello que voy constatando en lo íntimo, encuentra lugar y forma…
  • cómo quiero vivir …
  • en qué estoy «invirtiendo» mi tiempo: mis tiempos diarios y mi tiempo=vida… ¿en donde lo pierdo?
  • dónde se está manifestando más claramente lo que soy, en que opciones…
 

Y también un tiempo para aprender…

  • a decir no cuando necesito decir no, y decir sí cuando quiera decir sí…
  • a tolerar algunas cosas y personas y situaciones que me distraen de la alegría…
  • a tener más paciencia…
  • a confiar…
  • a ser más simple…

Soñando…

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Soy soñadora, está en mi naturaleza. Muchas veces los sueños me han sostenido mejor con los pies en la tierra mientras mi corazón ha volado sin fronteras. Los sueños y la realidad a veces van por veredas distantes, lo sé;  otras, sueños y realidades empiezan a estar tan fundidos uno en el otro, y se nos hace tan natural lo que como regalo se nos ha «cumplido», que entonces dejamos de ejercitar la capacidad de maravillarnos y sobre todo, de ser agradecidos, de VIVIR agradecidos.

Anoche, en la sobremesa con mis hijas, se me regaló el «darme cuenta» de que estoy en medio de lo que tanto soñaba hace muchos años. Algo que he anhelado con todo el corazón, y lo he pedido, imaginado, deseado con el alma, es el SER mamá. Creo que este ha sido mi sueño más grande. Hace poco más de doce años empezaba a regalarseme esta maravilla. A diario disfruto por partida doble de este don. El hecho es que anoche, en una conversación hermosa, profunda, serena, íntima con mis chicas, tuve una conexión muy fuerte con aquel deseo/sueño de mis 20 años: «Ana esto es lo que soñabas… estás dentro del sueño».  Caí en la cuenta de cuánto tiempo hace que no doy gracias por ellas, por el don inmenso que ellas son en mi vida; cuanto hace que no doy gracias por poder ser su mamá, por la misión que se me ha confiado de cuidarlas, acompañarlas en su crecimiento.

Me fui a dormir con todo esto en el corazón, y ahí estaba rezando y repitiendo GRACIAS; cuando caí en la cuenta también de que soy parte del sueño de amor de mis papás.  Y mi GRACIAS fue multiplicándose a cada momento. Es un regalo inmenso ser parte de esta familia. Es un regalo haber sido tan amada y esperada.

Sé que el sueño no acaba.

Alguien ha soñado desde la eternidad con mi felicidad, y eso se está cumpliendo mientras tanto, aunque a veces no me sea tan evidente. Estar dentro del Sueño, ser el soñado o el que sueña, no importa.

HOY doy gracias por tanto regalo, por tanto sueño cumplido. Y también por tanto sueño abierto hacia adelante, que me anima a vivir en estado de espera, de búsqueda, que me pone en movimiento, que me cruza con otros en camino con iguales o mayores delirios que los míos.

Razón de escribir…

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Empiezo.

Escribir es para mí como abrir las ventanas, hacer transparentes los rincones del alma y dejar que se vea lo que llevo por dentro. Es hacerme visible en medio de las letras, ser yo aunque sea en un formato distinto.

Escribir es a veces como puentes tendidos. No escribo para mí, o al menos, no solo para mí. Imagino un lector imaginario, vos, otros; que están del otro lado y quién sabe la razón, se arriman a mi mundo.

Escribir es también como andar un camino, te cuento lo que vivo, lo que desde dentro me dicta el corazón, a veces, la cabeza, a veces la vida misma y traduzco como puedo o me sale. Y vos lees y yo imagino tus pasos cerca, comprendiendo, disfrutando, descubriendo, cuestionando…

Escribir es una forma de libertad para mí. No soy escritora, no «debo» hacerlo bien. No estoy a prueba. Lo hago porque sí, porque disfruto, porque me airea, porque me anima. Me saca del encierro, me abre a otros, me pone tan en sintonía con las cosas que sueño, que reclamo, que deseo, que percibo, que intuyo, que busco, que VIVO.

De eso se trata UN DÍA POR VEZ, de palabras que escribo. De un deseo que deseo para todos. De compartir mi propio viaje de miles de kilómetros, que comienza así, con «este» primer paso.

Un paso por vez…Un día por vez…